domingo, 14 de febrero de 2016

Una estrella fugaz de amor

Estaba nervioso, mirando el reloj para que marcará la ansiada hora.  No paraba de dar vueltas en mi habitación. El tiempo pasaba lento y no paraba de mirar el reloj que tenía en la mesilla.

Las nueve, ¡por fin!, pensaba. Cogí mi chaqueta y me despedí de mis padres. Como era de esperar, ya había anochecido y me puse a correr toda velocidad por las calles del pueblo. Estaba feliz porque hacía buen tiempo para estar fuera y se podía contemplar un bonito cielo estrellado. Pero no era sólo por eso: Había quedado Ana.

La conozco, desde hace muchos años. Era una chica silenciosa y tímida. Siempre se  dirigía a un parque, a las afueras del pueblo. Le gustaba mucho ese sitio porque podía estar tranquila y disfrutaba mucho leyendo libros y poder sumergirse en su mundo de los sueños con total libertad. Muchas veces la veía de lejos, con los amigos cuando terminabamos totalmente cansados de jugar al fútbol y me quedaba mirándola en silencio. Me encantaba, y me acercaba para hablar con ella. Con su deliciosa sonrisa, dejaba a un lado el libro y nos poníamos hablar hasta el anochecer. Sabía que cuando llegaba tarde, mis padres me gritaban, pero en el fondo sabía que eso no me importaba, con tal de estar con ella.

Una noche, mientras hablabamos, recuerdo estábamos sentados en el césped, mirando las estrellas. Comentabamos lo bonito que era las estrellas en el cielo y que no parábamos de disfrutar aquel espectáculo. En ese momento pasó una estrella fugaz y me quede sorprendido ante lo que había pasado y giré la cabeza para decírselo, cuando sin darme cuenta mis labios chocaron con sus labios. Sorprendido, me separé un poco y ella también. La noté muy tensa, al igual que yo, que estaba muy nervioso ante lo que había pasado en ese momento.

Nos quedamos en silencio un rato, mirando las estrellas, cuando volvió a pasar otra estrella fugaz y nos miramos fijamente. El miedo desapareció y apareció otro sentimiento más agradable y bonito, que me hacía acercarme más a ella. Poco a poco me fui acercando, mientras ella me miraba fijamente y al estar totalmente cerca, cerramos los ojos, y nos besamos en aquel manto de estrellas y silencioso parque.

Después de unos días de aquel momento, el parque se convirtió en nuestro sitio favorito, y sabiendo que hoy el cielo está lleno de estrellas, iba a toda velocidad hacia allí. Al llegar, pude ver a Ana, mirando las estrellas. Me acerque silenciosamente hacia ella. Su mirada estaba perdida en el cielo, observando detalladamente cualquier movimiento que se producía. Cuando estuve mas cerca de ella, la saludé de lejos y ella dejó de mirar el cielo y me saludó. Comenzamos hablar cuando de repente, giró la cabeza hacia el cielo y apuntó su brazo hacia arriba para indicarme que mirara el cielo. Alcé la cabeza hacia arriba, y en ese momento vi pasar una estrella fugaz. Sorprendido, miré a Ana y se estaba riendo mientras me miraba. Decía que era gracioso verme así, como la otra vez. Solté una sonrisa y le cogí su mano delicada, y nos acercarmos el uno al otro mientras nos besábamos...